El uso de luz artificial retrasa la hora de dormir y hace que pasemos las primeras horas de la mañana adormilados. Son las conclusiones de una investigación tras comparar las fluctuaciones en la producción de melatonina de ocho sujetos que vivieron durante una semana con luz artificial y dos semanas en un camping expuestos solamente a la luz solar.
Muchas especies de peces han evolucionado en grutas sin luz solar y comparten un conjunto de adaptaciones singulares, como la pérdida de los ojos. Un nuevo estudio revela que el Phreatichthys andruzzii, un pez ciego de Somalia (África), posee un reloj circadiano que se rige por un periodo extremadamente largo (hasta 47 horas), y que se acelera con la temperatura.
En algunas de las vastas regiones del Ártico, muchas veces no hay diferencia entre el día y la noche, porque durante ciertas épocas del año, el sol no se pone, o no sale, lo que puede provocar cambios en los animales. Científicos británicos y noruegos han estudiado el caso del reno del Ártico, que ha encontrado una solución para vivir bajo estas condiciones extremas: ha abandonado el uso del reloj interno que dirige los ritmos biológicos cotidianos.
El ritmo biológico día-noche se denomina ciclo circadiano y provoca que determinados órganos y tejidos estén más activos a ciertas horas que a otras. Este ritmo circadiano está regulado por un reloj biológico localizado en el cerebro pero que se extiende a todas las células de nuestro organismo, quizás como un mecanismo de reminiscencia mantenido a lo largo de la evolución desde los tiempos en los que éramos una sola célula. La alteración de estos ciclos de sueño y vigilia está asociada con problemas de salud en los seres humanos. Si nos fijamos en el cáncer, sabemos que sus células no respetan estos ciclos circadianos y están siempre activas, es decir, “despiertas”.