Al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, el aumento en los niveles de CO2 está haciendo proliferar algunos tipos de microalgas que lo utilizan para crecer más rápidamente. Es el caso de los cocolitóforos, microalgas cubiertas de calcio, que en los últimos 45 años han multiplicado por diez su concentración en el Atlántico Norte. El cambio incontrolado en el jardín oceánico puede repercutir sobre el ciclo del carbono y, en último término, en la industria pesquera.
Científicos españoles han liderado un estudio internacional publicado por Science donde se señala que preservar la biodiversidad de las plantas resulta crucial para mitigar los efectos del cambio climático y la desertificación en las zonas áridas. Investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN, CSIC), la Universidad Pablo de Olavide y la Universidad Politécnica de Madrid han participado en el proyecto.