Estos componentes son una familia de moléculas que se encuentran en los alimentos, pueden tener efectos cancerígenos y se han descrito como agentes inmunosupresores. Las más de 80 muestras analizadas proceden de lugares como España, Estados Unidos e Italia por lo que los expertos advierten de la necesidad de mejorar los controles de seguridad alimentaria.
Para detectar restos de explosivos y drogas en la ropa o las pertenencias de un sospechoso la policía utiliza un espectrómetro de movilidad iónica. Ahora investigadores de la Universidad de Córdoba han comprobado que este sensor se puede aplicar para otra función: captar gases potencialmente cancerígenos, como el benceno o el tolueno, en gasolineras, plantas termosolares y otros centros de trabajo donde se convive con este tipo de sustancias nocivas.