Investigadores de la Universidad de Córdoba han creado un sistema para predecir el sonido de los motores diésel a partir de la composición fisico-química del combustible. Modelos computacionales están detrás del avance.
Imitando a las hojas de los árboles, investigadores de la Universidad Rovira i Virgili han creado un dispositivo que absorbe CO2 a alta velocidad y lo transforma en productos como el metanol, uno de los ingredientes del biodiésel. El prototipo realiza una fotosíntesis artificial que, algunos aspectos, mejora la de las plantas, consiguiendo energía limpia diez veces más rápido que con la biomasa.
Por cada tonelada de biodiésel se producen 100 kg de glicerina, un compuesto con pocos usos directos. Químicos de la Universidad de Córdoba informan ahora de un proceso para reutilizarla con la ayuda de un catalizador de fosfato de aluminio y una reacción de eterificación.
Un trabajo de la Universidad de Córdoba prueba que las sílices debidamente tratadas pueden sustituir de forma eficaz a los ácidos minerales, como el tóxico ácido sulfúrico, empleados habitualmente como catalizadores para la obtención de productos como el biodiésel.
Investigadoras de las universidades de Valencia y Cambridge proponen a la zeína, un material natural obtenido del maíz, como alternativa a los derivados del petróleo para el diseño de dispositivos de monitorización, biokits y biosensores. El trabajo tiene aplicaciones directas en los campos medioambiental y en ciencias de la salud.
Investigadores de la Universidad de Jaén y del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla han reutilizado los desechos de glicerina que se generan durante la producción de biodiésel para mejorar los compuestos cerámicos usados en la construcción. La adición de glicerina a la arcilla con la que se fabrican los ladrillos aporta propiedades aislantes, sobre todo térmicas, gracias a la porosidad que incorpora a esta material.
El aceite de fritura sirve para producir biodiésel pero solo si tiene unos estándares de calidad, el biofuel obtenido cumple con la normativa europea y puede utilizarse como combustible de vehículos diésel. Científicos de la Universidad Complutense de Madrid han averiguado cuándo se consigue esta pureza: cuando la acidez del aceite de fritura no supera el 2%.
Investigadores de varías instituciones andaluzas han desarrollado un nuevo método basado en ultrasonidos para reducir el coste del proceso de obtención de biocombustibles de segunda generación. El sistema consiste en aplicar ondas de ultrasonido sobre los materiales empleados en la producción de estos combustibles en pequeños pulsos, capaces de producir altísimas temperaturas que separan la parte más viscosa de los aceites, una fase esencial en la obtención del recurso energético.
El investigador David Bolonio siempre supo que dedicaría su futuro a la ciencia aplicada, un camino que le llevó a interesarse por la ingeniería. Actualmente, su objetivo como científico en la Universidad Politécnica de Madrid es avanzar en la producción de biodiésel a partir de la bacteria Escherichia Coli.
Investigadores del grupo Biotecnología de Microalgas de la Universidad de Almería han patentado un método para deshidratar microalgas que reduce en más de un tercio el caldo de cultivo de estos microorganismos, sin necesidad de incrementar el gasto energético del proceso de obtención de biodiésel. Esta reducción resulta necesaria para conseguir microalgas secas, la materia prima a partir de la cual se extrae el nuevo combustible.