Un estudio de la Estación Biológica de Doñana demuestra que, en los últimos 40 años, la abundancia de especies de aves que consumen frutos en esta zona ha disminuido. Además, estos animales muestran una peor condición física. Según los investigadores, esto se relaciona con el cambio de vegetación y de temperatura asociado a la crisis climática.
Investigaciones realizadas en Asturias concluyen que la diversidad de aves es más importante que su cantidad para la conservación de ecosistemas forestales. Además, han observado episodios de comportamiento coordinado de todos los organismos implicados en la dispersión de semillas, incluidos los árboles, que se traducen en una mayor capacidad de recuperación de bosques degradados.
El acebo (Ilex aquifolium) es un árbol abundante en los bosques secundarios cantábricos. Además de producir muchos frutos, su dosel perenne sirve de protección a los zorzales en invierno. Foto: Daniel Martínez.
El mirlo (Turdus merula) es una de las seis especies de zorzales dispersoras de semillas en los bosques cantábricos. Foto: Mario Suárez.
Un fío-fío silbón en la región de Los Lagos, Argentina. Foto: Mariano Rodríguez.