La historia ha alimentado la idea de una sociedad andaluza civil apática o de reacciones irracionales y violentas. Ha concedido habitualmente al mundo rural andaluz una imagen de atraso, desmovilización política e ignorancia. Por eso, en la historia de la democracia española su papel ha quedado relegado a un segundo plano cuando el mundo rural andaluz fue, por ejemplo, fundamental para desmontar la estructura franquista.