Investigadores estadounidenses han descubierto que el GPS de los teléfonos móviles puede utilizarse como un servicio de alerta temprana de terremotos de magnitud superior a siete en la escala Richter, ya que los datos cruzados de los smartphones y aparatos electrónicos viajan más rápido que las ondas sísmicas. El nuevo método, mucho más barato que los sistemas de detección tradicionales, permitiría agilizar las tareas de prevención en zonas desfavorecidas.