En la elaboración de cruasanes, bombones y otros dulces industriales se utilizan grasas sólidas como la de palma, coco, mantequilla y margarina. Ahora investigadoras del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC han desarrollado un método para sustituirlas por geles de aceite más saludables, obteniendo un producto con una estructura y propiedades sensoriales muy parecidas al convencional.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto en ratas que el consumo prolongado de aceite de girasol o de pescado provoca alteraciones en el hígado capaces de desencadenar una esteatohepatitis no alcohólica, una enfermedad en la que se acumula grasa en el órgano. Por el contrario, el aceite de oliva virgen fue la grasa que mejor preservó el hígado a lo largo de la vida.
La inclusión de aceite de girasol y microalgas marinas en la dieta de las ovejas ha conseguido que se reduzcan los ácidos grasos saturados presentes en su nutritiva leche, así como que se potencien otros ácidos beneficiosos para la salud, como el linoleico conjugado. El estudio se ha realizado en el Instituto de Ganadería de Montaña (IGM) de León.
Un grupo de investigadores de la Estación Agrícola Experimental, centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en León, ha descubierto que la suplementación de las raciones de las ovejas con aceite de girasol puede llegar a triplicar el contenido de ácido linoleico conjugado (CLA) en la leche. A este ácido graso se le suponen propiedades anticancerígenas, antidiabéticas y potenciadoras del sistema inmune. La investigación, aún en fase experimental, puede aportar un valor añadido a las explotaciones que busquen un producto final de calidad.