El 25 de noviembre es el Día Internacional contra la violencia de género. Este tipo de violencia no es solo física, también consiste en formas de control psicológico y coerción dirigidas a las mujeres.
La violencia nocturna entre los jóvenes españoles es un fenómeno cada vez más frecuente. Así lo indica un estudio realizado del Instituto Europeo de Estudios de Prevención que muestra cómo un 5,2% lleva armas en sus salidas nocturnas, un 11,6% ha sido agredido o amenazado, y un 23% se ha peleado alguna vez.
Durante el embarazo, la violencia psicológica por parte de la pareja se relaciona de forma significativa con la depresión postparto, independientemente de que exista violencia física o sexual. Así lo apunta un estudio de la Universidad Federal de Pernambuco, (Recife, Brasil) que puede servir para determinar nuevas actuaciones en políticas sociales que hasta ahora se centraban, en su mayoría, en la prevención y tratamiento de la violencia física.
Los empleados españoles de instituciones o empresas públicas manifiestan mayores tasas de violencia psicológica en el trabajo en comparación con sus homólogos finlandeses. Así lo indica un estudio liderado por la Universidad de Valencia que revela cómo el desgaste profesional, el maltrato y el acoso sexual son las principales quejas de los trabajadores.
Seis equipos de investigación españoles reunidos en el Grupo para el Estudio de la Violencia de Género han elaborado el primer mapa de la violencia contra las mujeres en España. Casi el 25% de las mujeres ha sufrido alguna vez maltrato por parte de sus parejas, el 15,1% el último año.
"La violencia es la manifestación de causas más profundas y son estas causas las que hay que hallar". Así han concluido un grupo de investigadores sociales en las jornadas Problemas de convivencia en educación y soluciones empleadas en países latinoamericanos, de la Universidad de Alicante (UA).
Investigadores de la Universidad de Valencia (UV) han resumido e integrado en una revisión científica las estructuras cerebrales que envuelven a la empatía, es decir, a la capacidad de ponernos en el lugar de los demás. Concluyen que los circuitos cerebrales de esta habilidad convergen en parte con los de la violencia.