Una revisión de los datos radar que recogió la sonda Magallanes de la NASA en 1991 confirman cambios de forma y tamaño, a lo largo de ocho meses, en una chimenea volcánica del planeta gemelo de la Tierra. El hallazgo prepara el camino a las misiones que se lanzarán en la próxima década.
El descubrimiento de fosfano en las nubes de Venus ha disparado las especulaciones sobre su posible origen biológico, pero se necesitan más observaciones para confirmar el hallazgo y conocer su verdadera fuente. Las posibles misiones que se planean al planeta vecino, como EnVision de la Agencia Espacial Europea y DAVINCI+ de la NASA, pueden ayudar a encontrar la respuesta.