El Organismo Internacional de Energía Atómica ha perdido el contacto con los sistemas de datos de la central ucraniana de Chernóbil, que, aunque lleva cerrada desde el año 2000, se ha quedado sin suministro eléctrico por la presencia de las fuerzas rusas. Esto viola la garantía de un aporte constante de energía a este tipo de instalaciones y es motivo de preocupación por la seguridad del material nuclear almacenado dentro.
Cuando se cumplen dos semanas de la invasión rusa a Ucrania, dos millones de refugiados ya han huido del país, según Naciones Unidas. Los conflictos bélicos son actos violentos tanto por sus características propias como por las secuelas que generan, con repercusiones inmediatas y futuras sobre la salud de las personas.
Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, el personal que opera las centrales nucleares debe desempeñar su trabajo y tomar las decisiones sin presiones, y también tiene que haber una comunicación fiable. Ninguno de los dos puntos se cumple en la central de Zaporiyia tras su ocupación por las fuerzas rusas.
Los vínculos científicos entre Europa y Rusia se han estrechado en los últimos años, hasta el punto de que Rusia es uno de los países más activos en el programa de ciencia europeo. Además, colabora con la Agencia Espacial Europea y en grandes instalaciones como el CERN o ITER que ahora se replantean la colaboración o, como ya ha anunciado la Comisión, la congelan.
Hablamos con Sanita Reinsone y Oleksandra Ivashchenko, fundadora y colaboradora de #ScienceForUkraine, una iniciativa para ayudar a la comunidad investigadora ucraniana a continuar con sus trabajos fuera del país.
La rápida deserción que se está produciendo entre las organizaciones que han dirigido las amenazas de ciberseguridad más críticas a occidente en los últimos años deja en evidencia que estos grupos, como sucede también con los oligarcas, están más preocupados de su fortuna personal que de otra cosa. Ya no hay romance con Rusia, sino bitcoins.
Rusia y EE UU se encuentran en competencia abierta por el control de la Europa del Este. Por lo tanto, como en las tradiciones clásicas de la Guerra Fría, en la actualidad el mundo es testigo de la misma confrontación en el eje Moscú-Washington.
Organizaciones científicas internacionales están manifestando su rechazo a la guerra en Ucrania. La comunidad matemática ha decidido que no celebrará en San Petersburgo, como estaba previsto, su principal congreso mundial, en el que se anuncian y entregan las medallas Fields, el premio más relevante en su área.
“Exigimos la paz para nuestros países. ¡Hagamos ciencia, no la guerra!”. Así concluye la carta abierta antibélica impulsada por el científico ruso Mikhail Gelfand a la que se han sumado cientos de firmas.