Los organismos genéticamente modificados se han cultivado desde hace más de 30 años, pero su uso no ha estado exento de polémica. Ahora, un exhaustivo informe de científicos estadounidenses confirma que estas plantas transgénicas no muestran riesgos para la salud ni para el medioambiente, aunque su resistencia a herbicidas podría suponer un grave problema agrícola.
El cultivo de organismos genéticamente modificados (OGM) es un tema no exento de controversia debido a los riesgos que conlleva: el crecimiento incontrolado de estas especies y su dispersión en la naturaleza. Dos equipos científicos proponen alternativas para impedir que puedan convertirse en invasores.
El Parlamento Europeo (PE) aprobó ayer una nueva legislación que permitirá a los Estados miembros restringir o prohibir los cultivos que contengan organismos genéticamente modificados (OGM) en sus propios territorios. La propuesta, aprobada en diciembre de manera informal entre el PE y el Consejo, se presentó en 2010, pero durante cuatro años estuvo bloqueada por los desacuerdos entre Estados pro y anti OGM.
Con los últimos avances en biotecnología que permiten la edición de los genes, científicos de centros italianos plantean la posibilidad de que las frutas y otros cultivos puedan mejorarse solo con pequeños retoques genéticos. Según creen, podrían tener mayor aceptación en la sociedad que los transgénicos, especialmente en Europa.
La única variedad transgénica que se cultiva en España con fines comerciales es el maíz MON 810, resistente a la plaga de taladro, de especial incidencia en el valle del Ebro, pero se importan otros productos modificados genéticamente como soja o colza. La inmensa mayoría se destina a la alimentación animal. España cultiva el 90% de la superficie transgénica en Europa. Mientras la superficie cultivada aumenta, la polémica sobre los transgénicos no se apaga.
La Unión Europea no puede cumplir con sus objetivos en política agrícola sin el cultivo de organismos genéticamente modificados. Así lo afirman investigadores españoles e ingleses que han estudiado las diferencias de regulación en los transgénicos producidos en la UE y los productos importados. Proponen armonizar la política agraria con “principios racionales basados en estudios científicos”.
La Comisión Europea ha autorizado esta mañana el cultivo de un organismo genéticamente modificado (OGM), la patata Amflora. Esta autorización se produce doce años más tarde de la última, que se produjo en 1998. A esta aprobación se unen otras decisiones sobre la comercialización para consumo humano y animal de tres productos derivados de maíz transgénico.