Estos hallazgos se han realizado tras el análisis de 76 objetos de materiales orgánicos descubiertos durante las actividades mineras del siglo XIX en la cueva granadina. Este lugar es uno de los enclaves arqueológicos más emblemáticos de la Prehistoria en la Península Ibérica por la singular conservación de materiales orgánicos allí encontrados.
Justo después de la última Edad de Hielo, durante el Mesolítico, un grupo de cazadores-recolectores enterró a una bebé en una cueva italiana, con abalorios y colgantes, así como una garra de búho. Este hecho demuestra que hasta las recién nacidas eran reconocidas como personas de pleno derecho en estas sociedades.
Hace entre 11.000 y 6.000 años, los cazadores-recolectores europeos del Mesolítico experimentaron cambios climáticos que les obligaron a modificar el diseño de los microlitos, unas pequeñas herramientas de piedra, como puntas de flecha y púas, que se tallaban para cazar.
La secuenciación del genoma de restos humanos del Mesolítico, encontrados en un yacimiento leonés, revela que los antiguos cazadores recolectores europeos tenían los ojos claros y la piel oscura, una combinación que no existe en la Europa actual. Es la primera vez que se recupera ADN completo de un individuo del viejo continente que vivió antes del Neolítico.
Las poblaciones nómadas de cazadores-recolectores del norte de Europa comenzaron a domesticar cerdos de diferentes tamaños y colores hace unos 7.000 años, 500 antes de lo que se pensaba. Hasta ahora no existían evidencias de que hubieran tenido acceso a otros animales domésticos que no fueran los perros.
La sepultura de perro descubierta en julio de 2011 por un equipo de las universidades de Cantabria (UC) y Lisboa en el yacimiento mesolítico de Poças de São Bento (Alcácer do Sal, sur de Portugal) tiene unos 7.600 años de antigüedad, según han confirmado los análisis realizados en la Universidad de Oxford.
Un equipo internacional de arqueólogos liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha documentado cerca de Moscú una serie de cercos y trampas de pesca de más de 7.500 años de antigüedad. Los aparejos hallados, de los más antiguos de Europa, presentan una gran complejidad técnica. Su estudio permitirá conocer el papel de la pesca en las poblaciones europeas de inicios del Holoceno (hace 10.000 años), especialmente en aquellas zonas cuyos habitantes no practicaron la agricultura hasta casi la edad del hierro