La temperatura, la humedad del suelo y la vegetación determinan la posibilidad de que aparezca una plaga de langosta, pero estos factores no se monitorizan en las áreas donde se producen. Esto se debe a su complejidad y a que las plagas se originan en grandes áreas de terreno, principalmente en Mauritania, zonas al sudeste de Marruecos y Sahara y en Mali, y también pueden extenderse hasta otras zonas como Egipto e incluso al sureste de la península Ibérica. Por eso, en la Universidad de Valladolid se han propuesto controlarlas por teledetección.