No todos los daños de un terremoto en los edificios son tan inmediatos y visibles como las grietas y cascotes. Un movimiento sísmico puede provocar una “enfermedad” estructural oculta que los haga más vulnerables frente a futuros seísmos. Para identificar los síntomas, investigadores de las Universidades de Oviedo y de Zaragoza combinan técnicas de ingeniería y nuevas matemáticas.