Alteraciones nucleares en células de pacientes con envejecimiento acelerado hereditario. Foto cedida por los investigadores.
Un estudio español basado en la secuenciación del genoma de pacientes con progeria ha permitido identificar una nueva forma hereditaria de esta enfermedad y descubrir el gen mutante responsable de su desarrollo. La investigación, que publica hoy la revista American Journal of Human Genetics, es la primera de este tipo en España y proporciona nuevas claves sobre los mecanismos moleculares del envejecimiento humano.
Las células humanas, una vez que se rebelan, no son menos “hábiles” que un virus o una bacteria. Por eso, cuando las piezas del organismo comienzan a reproducirse sin control originando un tumor, también pueden desarrollar mecanismos de resistencia. Investigadores de la Universidad de Oviedo han detenido en el tiempo células tumorales vivas para detectar cuándo y cómo se hacen inmunes a ciertos fármacos.
El cáncer de próstata, el tercero más frecuente en los hombres asturianos, va acompañado de un compuesto que lo delata. Se trata de una proteína que, cuando aparece en elevadas concentraciones, señala la posible presencia de un tumor. Pero este “chivato” no es infalible. Es por eso que facultativos del Servicio de Urología del Hospital de Cabueñes investigan otros indicadores que permitan dotar de mayor precisión a las técnicas de detección actuales, una labor en colaboración con el Grupo de Epidemiología Molecular del Instituto Universitario de Oncología del Principado (IUOPA).
Bajo los zapatos florecen microorganismos que son el origen de nuevos compuestos contra el cáncer. Los actinomicetos, un tipo de bacterias que viven en el suelo, concentran buena parte del trabajo del grupo de investigación de la Universidad de Oviedo que dirigen José Antonio Salas, catedrático de Microbiología y Carmen Méndez, profesora titular de la misma materia. Estas bacterias producen varios tipos de compuestos antitumorales que los investigadores modifican con un doble objetivo: obtener efectos más potentes contra las células cancerosas y reducir al máximo sus posibles efectos secundarios. Aunque aún quedan años de trabajo hasta su posible aplicación en humanos, los primeros ensayos arrojan interesantes resultados.
El cáncer de laringe tiene su feudo más fiel en Asturias, uno de los lugares del mundo con mayor número de casos nuevos cada año. Para contribuir a la lucha contra la enfermedad, Carlos Suárez Nieto, director del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA), ofrece nuevos datos sobre el origen y la evolución de los tumores de laringe. Estos últimos resultados a los que ha llegado su equipo serán publicados próximamente en una revista científica internacional de impacto.
Los genes de uno de los animales más sorprendentes de la tierra, el ornitorrinco, ya no son un secreto. Y todo porque Glennie, una hembra de ornitorrinco, ha cedido a la ciencia su ADN. Eso ha permitido determinar la secuencia de los dos mil millones de bases que componen su genoma, que codifica más de 18.500 genes, un número similar al de humanos. Para hacer este trabajo, han colaborado treinta laboratorios de ocho países, que con su investigación han saltado a la portada más reciente de la prestigiosa revista Nature. Entre ellos, el grupo de científicos que dirige el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo Carlos López-Otín. Y aunque 166 millones de años de evolución separan al lector de Glennie, el estudio supone un considerable avance para definir qué le hace humano. Pero ¿cómo ha sido el trabajo en el laboratorio para llegar hasta aquí?
Investigadores del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo y del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA) han contribuido a descifrar el genoma del ornitorrinco, un animal que se separó hace 166 millones de años del tronco evolutivo que daría lugar al ser humano. Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo y miembro de la Real Academia de Ciencias, ha coordinado la contribución española a esta investigación, que hoy es portada de la revista Nature. El estudio aporta nuevas claves sobre la evolución de los mamíferos