Es holandés y trabaja en el Instituto de Astrofísica de la Max Planck Society en Garching (Munich) desde hace 30 años. Explica que cuando se incorporó al mercado laboral no había trabajo en Holanda, y destaca que le gusta mucho combinar el trabajo teórico con el observacional. Los últimos años ha viajado con frecuencia a La Palma para observar con el Telescopio Solar Sueco.
Dice el refrán que “mucho vuela el viento pero más el pensamiento”. Y como todo dicho popular, éste guarda también su gran parte de verdad. Que se lo digan a todas aquellas personas cuyo trabajo depende o está relacionado con las condiciones climáticas. Profesiones tan dispares como la agricultura, la aeronáutica o la astronomía están en manos, en cierta medida, del tiempo atmosférico y, a pesar de sus diferencias, coinciden en tejer todo tipo de estrategias para que el temporal afecte lo menos posible a su labor.
Tal vez fuese un encuentro breve, pero muy fructífero. José Alberto Rubiño, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), tiene facilidad para hacerse entender y sabe cómo utilizar el lenguaje para que cualquier persona pueda entender algo tremendamente complejo. Si alguien le habla del fondo cósmico de microondas, la reacción más normal sería quedarse con cara de bobo. Sin embargo, si le explican que se podría decir que es la huella dactilar de Big Bang, la cosa cambia. El tema todavía se vuelve más interesante al conocer que esta radiación ha llegado hasta nuestros días y que con su estudio se pueden saber datos como la evolución del Universo, su estructura o las formas de materia y energía que existen.
El telescopio MAGIC-II, preparado para su primera luz. Foto: IAC