A diferencia de lo que enseñan las películas y series de ciencia ficción, las naves interplanetarias no se dirigen a su destino en línea recta. Más bien, toman sinuosas y complejas trayectorias planificadas minuciosamente por ingenieros muchos años antes de su lanzamiento.
Si las gotas de agua helada que salen de los océanos interiores de Encélado y Europa tienen restos de material celular, se podrían identificar con los instrumentos que llevarán misiones como Europa Clipper de la NASA, que despega este otoño. Así lo revela un experimento realizado por investigadores de EE UU y Alemania.
Este jueves la nave espacial Juno de la NASA ha sobrevolado Europa, la gélida luna de Júpiter. Bajo su gruesa corteza de hielo se piensa que hay un océano salado, lo que suscita preguntas sobre su capacidad para albergar vida. Las imágenes y datos que ha tomado la sonda ayudarán a conocer mejor este satélite y preparar futuras misiones.