Una investigación del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social y de la Universidad de Barcelona demuestra la versatilidad de estos primates a la hora de ocupar distintos hábitats con el fin de conseguir los recursos necesarios para su supervivencia. Los resultados convierten a estos animales en buenos candidatos para entender los comportamientos adaptativos de los primeros homininos.
Investigadores de varias instituciones españolas han reconstruido la alimentación de medio centenar de individuos que fueron enterrados hace más de 3.000 años en la necrópolis de la Cova des Pas. Comían sobre todo plantas y carne, y compartían los alimentos de forma igualitaria, según el estudio.
Un modelo de simulación disponible online revela cómo hombres y mujeres podrían vivir unos diez años más si cambiaran su alimentación por una más saludable que incluyera mayor cantidad de legumbres, cereales integrales y frutos secos, y menos carne roja y procesada.
Las evidencias paleoantropológicas halladas hasta ahora sobre el Homo erectus, que apareció hace unos dos millones de años, sugerían que la dieta carnívora había moldeado nuestra evolución e impulsado cambios en el comportamiento y los rasgos anatómicos humanos, como un mayor cerebro. Un equipo de científicos rebate ahora esta hipótesis, a la que asocian a un muestreo intensivo de fósiles en un periodo y yacimiento determinados.
Una investigación llevada a cabo en más de 90.000 personas durante 28 años muestra cómo la ingesta de más de siete gramos de aceite de oliva al día se relaciona con menos riesgo de muertes por enfermedades cardiovasculares, cáncer y patologías neurodegenerativas y respiratorias.
Estas moléculas, denominadas p38γ p38δ, podrían estar detrás de algunas de las enfermedades congénitas de origen cardiometabólico cuya causa se desconoce en la actualidad. El trabajo sugiere que una dieta rica en ácidos grasos podría ser un tratamiento válido para tratar este tipo de enfermedades.
El aceite de palma es un aceite vegetal rico en grasas saturadas, fundamentalmente ácido palmítico, empleado frecuentemente en alimentación. Investigadores del IRB Barcelona publican en la revista Nature el mecanismo por el cual este ácido –y no el oleico o linoleico– favorece la expansión del cáncer.
La desaparición de los dinosaurios provocó una gran diversificación de mamíferos y aves tras el evento de extinción masiva, pero no fueron los únicos. Las serpientes, protagonistas del #Cienciaalobestia, también vivieron una explosión evolutiva que les hizo pasar de simples insectívoras a las casi 4.000 especies de dieta variada que existen en la actualidad.
Hasta ahora se sabía que polillas y mariposas completan su dieta bebiendo nutrientes de los ojos de reptiles y aves gracias al apéndice alargado que les sirve de aparto bucal. Pero no es necesario tener esta especie de trompa para convertirse en un ‘bebelágrimas’.
Un equipo de científicos, de tres instituciones españolas, ha reconstruido la alimentación del rumiante Micromeryx, un ciervo almizclero extinto. Este animal habitó las mismas zonas que los primates hominoideos y pliopitecoideos y da la clave de por qué no convivieron en la Península: eligieron hábitats distintos.