Investigadores españoles han demostrado que la exposición ambiental durante el embarazo a contaminantes orgánicos persistentes, incluso a niveles bajos, puede afectar el desarrollo genital y dar lugar a alteraciones del tracto reproductivo en la descendencia. El trabajo ha recopilado muestras de sangre de 355 mujeres durante el embarazo y la siguiente evolución de 43 bebés.