La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) han presentado esta semana las características del Programa Europeo de Satélites Polares de Segunda Generación (EPS-SG). Dentro de este proyecto está previsto lanzar seis nuevos satélites meteorológicos y climáticos, el primero en 2021.
La capa de ozono de la estratosfera, una frágil capa de gas que protege a la Tierra de los dañinos rayos de sol ultravioleta, está en el buen camino para su recuperación. Esto es lo que concluye la ‘Evaluación científica del agotamiento del ozono de 2014’, elaborada por cerca de 300 científicos de 36 países distintos incluido España.
Una nueva metodología, basada en el uso de información meteorológica de alta resolución para el cálculo de la trayectoria de las masas de aire, también puede ser aplicada en otras áreas como el estudio de la radioactividad ambiental.
Las primeras medidas meteorológicas de la Península se tomaron en 1724, justo el año en que pasó por Portugal una de las peores tormentas conocidas. Más tarde, en 1816, se sintieron en España los efectos de la erupción del volcán Tambora; y casi mil años antes, en el 898, una sequía en Al-Andalus fue tan severa que sus pobladores llegaron al canibalismo. Son datos rescatados de viejos documentos por investigadores de la Universidad de Extremadura.
Ernesto Ráez Luna es político, ecólogo y escritor peruano. Hasta hace unos días trabajaba como asesor de alta dirección en el Ministerio del Ambiente de Perú –país que será sede de la Cumbre del Clima 2014 este diciembre–, puesto que dejó por discrepancias con las políticas ambientales actuales. En 2008, recibió el Premio Whitley para la Naturaleza por su trabajo de conservación de la cuenca del río Tambopata, una de las mayores concentraciones de biodiversidad de la Tierra. Ha trabajado durante años en la lucha contra la minería ilegal de oro en su país, y ha contado a Sinc durante la conferencia EcoHealth2014 en Montreal (Canadá) cómo ha afrontado este y otros retos ambientales.
Un estudio de los sedimentos del Lago de Sanabria, realizado por investigadores de la Universidad de Salamanca, ha servido para analizar la evolución del clima del noroeste de la península ibérica en los últimos 26.000 años. Los resultados demuestran que las fases climáticas de esta zona están muy relacionadas con las observadas en el Atlántico Norte gracias a los sondeos de hielo de Groenlandia y con otras secuencias marinas y terrestres del Oeste de Europa.
Un estudio internacional, en el que ha participado la Universidad Complutense de Madrid, ha demostrado que a lo largo de los últimos 1.000 años las diferencias entre las temperaturas del hemisferio norte y el hemisferio sur han sido mayores de lo que se creía. El uso de nuevos datos ha permitido demostrar que las simulaciones de los modelos climáticos sobrestiman el acoplamiento de las variaciones climáticas que tienen lugar en ambos hemisferios, lo cual tiene implicaciones para las predicciones de carácter regional.
Tiene 32 años, se llama Iván Hernández Almeida, es salmantino y doctor en geología por la Universidad de Salamanca, aunque actualmente trabaja en el departamento de geografía de la Universidad de Berna (Suiza). Este científico es el único español que participa en la expedición que en estos momentos desarrolla en el Mar de la China Meridional el Joides Resolution, el buque de investigación oceanográfica más importante del mundo.
La calidad del cava depende de factores técnicos como procesos de fermentación, envejecimiento y embotellado, que suelen mantenerse estables durante años. Investigadores de la Universidad de Málaga han descubierto que las oscilaciones del Atlántico Norte –que repercute en el clima de Europa– influyen también en los atributos de este vino espumoso. Los años en que prevalece el anticiclón de las Azores, la calidad del cava disminuye.
El estado de ánimo de algunas personas e incluso su salud mental dependen de los cambios meteorológicos. En España, la tramontana, el viento sur del norte y el siroco están relacionados con una mayor presencia de migrañas, cuadros depresivos, ansiedad e irritabilidad. No existe consenso científico sobre por qué determinadas masas de aire producen este desequilibrio.