Cuando hace veinte años murió Chu-Lin, el primer panda gigante nacido en cautividad y por inseminación artificial fuera de China, toda una generación de niños españoles quedó huérfana. El oso marcó su infancia y se convirtió en todo un símbolo. Pero ya se puede volver a visitar a este afamado animal en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, donde se expone disecado junto a su madre para cautivar a nuevas generaciones.