Hace cuatro años, el caracol Jeremy se hizo mundialmente famoso. Tras descubrir que la espiral de su concha giraba excepcionalmente a la izquierda, un investigador le buscó otra pareja zurda para entender, a través de su descendencia, cómo se pudo formar y si se podía heredar. Pero todas sus crías fueron diestras, por lo que la concha de Jeremy, protagonista de #Cienciaalobestia, parece ser más bien un accidente de desarrollo.
El consumo de caracoles se generalizó a finales del Pleistoceno (hace unos 20.000 años), siendo muy frecuente durante el Holoceno inicial (hace sobre 11.600-8.900 años). Sin embargo, no se conocía con certeza cuándo y cómo fueron incorporados en la dieta humana. Los recientes descubrimientos en la Cova de la Barriada han aportado pruebas irrefutables sobre la selección, preparación y consumo alimenticio de los caracoles terrestres durante el periodo Gravetiense.
La empresa Heligemas se dedica a la cría en cautividad del caracol chapa y el serrano en Andalucía. Con la primera especie, de gran valor gastronómico, han logrado con éxito la cría en laboratorio y el traslado de la técnica a la media escala de producción, que representa el paso previo a la escala comercial.
Tiempo, paciencia y sobre todo pasión. Sin estos tres elementos sería imposible realizar un estudio de casi 500 páginas en el que se describen 209 especies nuevas de caracoles marinos. Anselmo Peñas (Sitges, 1943) y Emilio Rolán (Aguarda, 1935), dos coleccionistas jubilados e investigadores ‘amateur’, han logrado un éxito científico. Su afición les ha convertido en dos expertos internacionales de micromoluscos. Ésta es su historia.
Dos expertos mundiales en micromoluscos, Anselmo Peñas y Emilio Rolán, han reunido en una única publicación científica la descripción inédita de 209 especies de caracoles. Encargado por el Museo Nacional de Historia Natural de París, el trabajo se presentó en septiembre en la capital francesa, y se ha convertido en el estudio que recoge más especies nuevas de un solo género.
Ejemplar vivo de un gasterópodo terrestre muy común en la Península Ibérica, Cernuella virgata, una de las especies más favorecidas tras el incendio.