La Tierra sufre por conseguir energía sin saber que ella misma la irradia. Y es que toda la materia, incluido el planeta, es energía “condensada” que emite radiación infrarroja y que se propaga en ondas de mayor longitud que la luz visible. Amador Menéndez Velázquez, investigador asturiano que trabaja en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en EE UU, conoce bien el potencial de la energía calórica que desprende la Tierra.
José María Alameda Maestro coordina el grupo de investigación de láminas delgadas y nanoestructuras magnéticas ordenadas de la Universidad de Oviedo. Su amplia experiencia no le resta empuje para nuevas aventuras: este mes ha organizado en la capital asturiana la novena edición del Congreso Tendencias en Nanotecnología, al que han acudido más de 300 congresistas de veinte países. Con la conversación ágil de quien está acostumbrado a la reflexión, Alameda valora el rumbo de la investigación en nanotecnología y ofrece algunas claves para mejorar la innovación de las empresas españolas.
José María Alameda Maestro. Fotografía: FICYT
Valdés, en el concejo de Luarca (Asturias), albergará el Sistema de Observación Costero Mareas, una infraestructura de investigación que “será un punto de referencia estatal y europeo en la predicción y evaluación de los efectos del cambio climático”, ha señalado Vicente Álvarez Areces, Presidente del Principado de Asturias. El centro abordará principalmente tres ámbitos: oceanografía operacional; gestión de recursos del medio marino; y biodiversidad marina y cambio climático.
Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología de Asturias
Conseguir discos duros con una capacidad de almacenamiento 100.000 veces superior a la actual, o desarrollar fachadas que generen energía son dos de las direcciones en las que camina la investigación a escala nanométrica que se desarrolla en Asturias. Las palabras “Nanotecnología” y “nanociencia” intentan atravesar los muros de los laboratorios y, cada vez con más frecuencia, llegan a los medios de comunicación. Pero, ¿en qué consiste y qué aplicaciones tiene una disciplina tan poco conocida como fascinante?