Científicos de la Universidad de California (EE UU) han diseñado una prenda de vestir con la que la persona que la lleva puede hacer funcionar pequeños dispositivos, como un reloj, mediante su movimiento y sudor.
La biomasa residual que generan las plantaciones de plátano podrían producir la energía necesaria para cubrir el 55% de la demanda eléctrica de una provincia de Ecuador y el 10% de la demanda de bioetanol de todo el país. Así lo señalan investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid tras estimar el potencial de los residuos del plátano para su aprovechamiento como biocombustible.
Investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana han realizado un estudio de energética experimental para analizar la actividad del aprovisionamiento de materias primas de los homínidos de la Sierra de Atapuerca y evaluar la estrecha relación entre los distintos segmentos del cuerpo humano y la mayor o menor eficacia energética y biomecánica. Sus resultados indican que brazos más cortos, en este caso, materia prima para elaborar herramientas líticas, suponen un menor coste energético durante la actividad del transporte.
Las tierras inadecuadas para la siembra de alimentos podrían ser lugares apropiados para la producción de cultivos con los que obtener biocombustibles, según un estudio de un equipo internacional de científicos que publica la revista Nature.
Expertos en bioenergía y medio ambiente han apostado en Salamanca por el hidrógeno como la energía del futuro. Sin embargo, producirlo a través de electrolisis presenta numerosos inconvenientes, de manera que algunos científicos son partidarios de la generación de hidrógeno a partir de organismos vegetales. Es el caso de Peter Lindblad, de la Universidad de Uppsala (Suecia), uno de los investigadores internacionales más relevantes en esta campo, que ha explicado sus proyectos con microalgas en el marco del encuentro Ciencia, conocimiento e innovación. Jornadas científico-técnicas especializadas en el sector agroalimentario, organizado por la Fundación NIDO y el Centro Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (Ciale) de la Universidad de Salamanca.