La evolución darwiniana de las plantas y animales es conocida, pero podría ser solo un caso muy especial de un fenómeno natural mucho más amplio. Maravillas similares ocurren con estrellas, planetas, minerales y otros sistemas complejos, donde si una configuración novedosa va bien y mejora su función, entonces evoluciona, según una nueva “ley de información funcional creciente”.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid junto a colegas de la Universidad de Copenhague proponen utilizar la red de huertos urbanos para, además de cultivar hortalizas, controlar la contaminación atmosférica de las ciudades.
La tecnología utiliza los datos de muertes diarias de la población y la información de la Agencia Estatal de Meteorología para calcular los fallecimientos atribuibles a las altas temperaturas en los meses de verano. El equipo investigador trabaja para ampliar la recogida de datos entre mayo y octubre de 2024 e incorporar estimaciones a nivel provincial.