Según el programa Noctua, de la organización conservacionista SEO/BirdLife, la población de lechuzas ha descendido un 13% desde 2005. El trabajo, realizado por 450 voluntarios, revela que en la mayoría del territorio español, exceptuando Castellón y Cataluña, el número de estas rapaces ha disminuido. Además, han estudiado a otras especies asociadas, como grillos y grillotopos que son la base de la dieta de estas aves, y han observado también un descenso de estos insectos en el país.
Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona han estudiado la toxicidad de nanopartículas de óxido de hierro analizando marcadores genéticos en el gusano C. elegans. El estudio, realizado en parte en el sincrotrón ALBA, señala que las diminutas partículas pueden ser captadas por las células intestinales, interaccionar con los lípidos celulares y activar mecanismos celulares de estrés oxidativo.
Mediante el empleo de la tecnología de edición genética CRISPR, un equipo de investigadores estadounidenses ha descubierto más de 100 unidades genéticas vinculadas con la destrucción de tumores a través de tratamientos inmunológicos. El estudio, elaborado por el Instituto Nacional del Cáncer, sostiene que estos hallazgos mejorarán la eficacia de este tipo de terapias.
Un estudio que cuenta con la participación del Museo Nacional de Ciencias Naturales incide en que, mediante el control biológico, algunas plagas se pueden controlar sin perjudicar el medio ambiente. En concreto, muestran la efectividad de la avispa Anaphes inexpectatus como arma natural contra el gorgojo del eucalipto.
Un estudio con animales revela que la proteína cardiotrofina-1 es capaz de hacer crecer el corazón de forma sana y aumentar el bombeo de sangre, como ocurre al practicar una actividad física o durante el embarazo. El trabajo, realizado por investigadores canadienses, apunta que esta proteína se puede usar en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, tanto en el lado derecho como en el izquierdo del corazón.
Investigadores de la Universidad de Jaén han confirmado que compuestos derivados de los restos del cultivo del olivo y de la producción de aceite se podrían utilizar como complementos en la dieta. En concreto, para fabricar sustancias que mejoran la acción de las bacterias intestinales implicadas en la digestión.