En el año 2000, tras décadas de negación, Philip Morris reconoció el poder adictivo de la nicotina y se dedicó a crear productos bajos en esta sustancia. Sin embargo, un análisis de archivos secretos revela que la empresa era conocedora de los factores psicológicos, sociales y ambientales asociados al tabaquismo, y les otorgaba tanta importancia como a la nicotina.