Perder la nariz, el labio superior, las mejillas, el paladar, así como los músculos y nervios de la cara tras caer sobre un rail electrificado en el metro de Boston hace cuatro años fue para James Maki, de 59 años, el fin de una vida. A día de hoy puede comenzar otra.
Desde el accidente James no se había atrevido a salir a la calle. Ahora no importan las 17 horas de intervención que ha llevado a los médicos darle una nueva cara en un Hospital de Massachussets. El rostro nuevo, aún hinchado, tendrá que someterse a más intervenciones. Este es el segundo trasplante en EEUU desde que recientente se operará con éxito a Connie Culp, a la que su marido había disparado en la cara.