Como si fueran figuras creadas con origami o papiroflexia, ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en EE UU) han desarrollado exoesqueletos autoplegables, activados con calor, que ayudan a pequeños robots a cambiar de forma y adoptar nuevas funcionalidades. Así han logrado que un cubo magnético se transforme en un robot que camina y se dirija a una diminuta piscina para mudar su piel.
El estudio, que se publica esta semana en la revista Science Robotics, abre el camino a la fabricación de una nueva clase de robots más compactos, personalizables y multifuncionales. Estas máquinas que cambian su estructura y función bajo demanda ofrecen la flexibilidad mecánica requerida en campos como la construcción en aguas profundas o el espacio, procedimientos médicos y operaciones de búsqueda y rescate.