Muchos barceloneses se preguntan estos días qué les pasa a los enormes plátanos que pueblan las calles de la ciudad, y que de forma súbita han perdido la corteza de sus troncos y se han quedado casi "calvos". Este fenómeno también se ha observado en otras ciudades españolas.
Todo es fruto de una combinación de estrés hídrico y lluvias tardías que ha acelerado su proceso de crecimiento y ha llenado alcorques y aceras con los restos de su "piel vieja".