El grafeno es toda una revolución tecnológica que puede estar muy presente en un futuro no muy lejano. Desde un despertador o un dispositivo GPS, hasta un ordenador portátil de un grosor inferior al de un folio capaz de recargarse sin baterías externas (sólo con la energía solar) y que se puede enrollar en nuestra muñeca y usarse como reloj. Dentro de la informática puede multiplicar por cien la velocidad del mejor procesador actual en una lámina flexible, ligera, y más dura que el diamante. Además está presente en lo más cercano que se puedan imaginar: el grafito, es decir, en una una simple mina de un lápiz. Según Paco Guinea, Científico del ICMM-CSIC, "hemos utilizado día a día el grafito sin saber sus utilidades". Y gracias a un lápiz, analizando sus restos pegados en una tira de celo, lo descubrieron hace seis años los recientes ganadores del premio Nobel de Física, los rusos André Geim y Konstantin Novoselov. Un procedimiento rutinario que ya está siendo devorado por la producción a gran escala. En España, se han dado los primeros pasos. El grafeno es una referencia científica para el 10 % de los estudios mundiales sobre el que se considera ya uno de los mayores descubrimientos del siglo XXI.