Hacía varios meses que se esperaba la decisión y, al final, el Gobierno ha optado por una solución salomónica, pero con ello se ha avivado el debate. El cierre de la central de Garoña ha puesto en el centro del mapa el futuro de la energía nuclear en España. Una industria que aporta el 20 por ciento del consumo eléctrico en nuestro país, pero que ha perdido protagonismo estos últimos años. El fin de la vida útil de las plantas nucleares españolas obliga a diseñar un plan que aborde el futuro energético con o sin reactores nucleares. La central de Garoña seguirá otros cuatro años, pero sin decidir todavía qué pasará con el futuro de una energía que aún produce uno de cada cinco clicks eléctricos en España y con la amenaza de una alargada sombra llamada petróleo. Pero hay apuestas de todos los tipos. Desde la de algunos países como China o Rusia con enormes inversiones en energía nuclear hasta otros europeos como Suecia o Alemania que ya han puesto fecha de caducidad a sus reactores. De momento, tampoco hay alternativas para sustituirla en España, entre otras cosas, porque no hay ningún plan que apueste sobre el peso exacto en el futuro de las energías limpias.