El tarsero filipino, uno de los primates más pequeños del mundo, sufre tal estrés cuando vive enjaulado que a menudo termina golpeándose la cabeza contra los barrotes o sumergiéndola en el agua para quitarse la vida. Tal es el ansia de libertad de este peculiar animal, de sólo 16 centímetros de altura y enormes ojos marrones similares a los de un búho y los más grandes en proporción a su cuerpo de cualquier mamífero.