El mundo estuvo a punto de sufrir la mayor catástrofe nuclear de su historia el 4 de julio de 1961. El K-19, el primer submarino atómico soviético sufrió una grave avería entre Groenlandia y Noruega. En caso de explosión, el cataclismo hubiera superado a los de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011).