Hace cuatro años que Guillermo vive con el virus que puede provocar el SIDA. Sabe lo que es que le discriminen por ello y trabaja a diario con seropositivos. Una de cada tres personas dice que no trabajaría o estudiaría con alguien portador del virus. Aunque la infección tiene claras vías de transmisión, el miedo provoca rechazo. Por ser seropositivos se pierden trabajos, se deniegan créditos e incluso se rompen familias. Sólo nueve de cada diez personas con VIH sabe que lo es. La razón, el miedo a las consecuencias.