La escafandra que diseñó el granadino Emilio Herrera en 1935 se considera el prototipo de los trajes espaciales. Contaba con tres capas, una de lana, una de caucho y una tercera de lona muy resistente. La zona de las articulaciones estaba diseñada como un acordeón reforzado con cables y tirantes de acero para dar libertad de movimiento al piloto. Una capa de aluminio pulimentado y una tela de plata recubrían en el casco cilíndrico y el traje para reflejar los rayos solares y evitar el recalentamiento.