El desarrollo automovilístico español cuenta entre sus hitos el trabajo de un ingeniero que renovó el sector del motor durante la segunda mitad del siglo XX. Se trata de Wifredo Ricart (Barcelona, 15 de mayo de 1897), que falleció en la capital catalana un 19 de agosto de 1974.
En los años 20 Wifredo Ricart ya diseñaba y construía motores y vehículos de altas prestaciones, cuyas características eran reconocidas a nivel internacional. Durante la Guerra Civil española, el ingeniero barcelonés comenzó a trabajar como director técnico de Alfa Romeo, en Milán.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Ricart vuelve a España para dirigir el Centro Español de Técnicas de Automoción, con el objetivo de reconstruir del sector. Aquí nació la Empresa Nacional de Autocamiones y con ella, Pegaso, que fabricó los camiones y autobuses que necesitaba la España de la época pero también coches deportivos como el famoso Z-102.
El automóvil causó sensación en el Salón de París de 1951, donde acaparó todas las miradas. En 1956, Pegaso, el “fabricante del coche para el automovilista apasionado”, abandonó la fabricación de turismos. Con la construcción de la planta de Barajas, la marca se centró en la fabricación de camiones. Allí Ricart hizo otra de sus grandes aportaciones, el Pegaso Z-207 un camión, con motor de seis cilindros y suspensión delantera independiente.
A las nuevas gamas de camiones y autobuses, pronto añadió otros trabajos como los motores de dos tiempos, turbinas de gas o vehículos militares. Corría el año 1958; para entonces Ricart ya no trabajaba para Pegaso, aunque conservaba su puesto como director general en el Centro Español de Técnicas de Automoción. Allí continuó hasta su jubilación en 1973 desarrollando nuevos proyectos como un autobús de alta potencia o el diseño de motores marinos compactos.