El 8 de diciembre de 1916 se aprobaba en España la primera Ley de Parques Nacionales, también una de las primeras del mundo, con tres artículos que dictaban los siguientes principios: la creación de una red de Parques Nacionales, el concepto estético y paisajístico de los mismos, y un desarrollo sostenible entre estos espacios y sus localidades colindantes. Dos años más tarde, la Montaña de Covadonga (actualmente Parque Nacional de los Picos de Europa) y el Valle de Ordesa (actualmente Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido) quedaban protegidos bajo esta figura.
Desde entonces, se han declarado 15 parques nacionales, que gozan del máximo grado de protección en nuestro país. España se convertía así en uno de los países pioneros de Europa en proteger la naturaleza y encontraba sus antecedentes en territorio norteamericano por la declaración de los parques nacionales de Yosemite (1890) y Yellowstone (1872).
La idea de una red de conservación y su gestión centralizada en un servicio concreto inspiró el concepto de parque nacional en nuestro país. Así se refleja en la intervención del marqués Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, que impulsó el proyecto junto con el apoyo casi inmediato del Rey Alfonso XIII.
La ley surgió en parte de la necesidad de conservar el patrimonio natural, y complementar la conservación de los parques nacionales y el desarrollo de las poblaciones locales que habitan en ellos, sin dejar de lado el turismo como fuente de crecimiento a futuro.
Desde entonces, la ley ha sido modificada: desde la Ley de Conservación de Espacios Naturales de Flora y Fauna Silvestres (1989) hasta la Ley de Parques Nacionales (2014). La red se ha ido ampliando y se ha cubierto aún más terreno legislativo. En la actualidad, los Parques Nacionales son el máximo exponente de la riqueza de la biodiversidad española. Son espacios al servicio del conocimiento y a la visita de los ciudadanos.