El 24 de julio de 1911, Hiram Bingham, arqueólogo de la Universidad de Yale (EE UU), descubrió Machu Pichu, la ciudad perdida de los incas. Y este fue el inicio de más de un siglo de controversia.
Bingham ya había realizado dos expediciones a Sudamérica cuando volvió a Perú en 1911, donde halló la última capital inca, Vitcos, y llevó a cabo el primer ascenso al Monte Coropuma. Entonces vino el descubrimiento que le haría famoso: el Machu Pichu.
Pero, ¿realmente Bingham descubrió esta zona arqueológica? Probablemente no. De hecho, fue llevado por la gente que vivía cerca y explotaba las terrazas agrícolas de Machu Picchu.
Lo que sí está claro es que Bingham condujo las primeras excavaciones arqueológicas allí y descubrió sus famosas estructuras, ocultas por cuatro siglos de desuso. También documentó, mapeó y fotografió el sitio durante varios años.
Lo que tampoco se conoce es si fue el primer europeo en visitar Machu Pichu. Algunos dicen que cuatro décadas antes un explorador alemán ya había estado allí y otros, que un grupo de misioneros habían ascendido en 1906.
Bingham se llevó para el Museo Peabody de Yale cientos de objetos pertenecientes de las ruinas de Machu Pichu. Sin embargo, después de años de negociaciones, Yale y el Gobierno de Perú llegaron a un acuerdo por el que se reconocía que la propiedad de las ruinas era de los peruanos a cambio de que el centro explotara exhibiciones de la colección así como la creación de un Museo de Machu Pichu.
Hoy en día, la zona está reconocida como una de las nuevas Maravillas del Mundo y es un lugar muy visitado por los turistas. Sin embargo, los expertos creen que tanto turismo puede suponer una amenaza para el ecosistema de la zona y, por tanto, degradar poco a poco el Machu Pichu.