El 28 de octubre de 1848 se inauguró oficialmente el primer ferrocarril de España entre las localidades de Barcelona y Mataró. Los retrasos en las obras de la línea de Madrid a Aranjuez (puesta en marcha en 1851) favorecieron que la construida en Cataluña fuera la primera en abrirse al servicio.
Representantes civiles, militares y eclesiásticos, junto a un público entusiasta, celebraron el gran acontecimiento a lo largo de todo el trayecto. La locomotora escogida para el evento se bautizó como la Mataró, de fabricación británica, al igual que su maquinista: Tom Ros, que la puso en marcha a las 9 de la mañana hacia su destino, haciendo parada en El Masnou. El viaje de vuelta, sin tantos festejos, se realizó en 35 minutos.
Aquel ferrocarril fue todo un éxito y contribuyó al desarrollo de toda la comarca del Maresme y a la expansión de este medio de transporte en el resto de la península ibérica.
La historia del primer ferrocarril español (y el primero de Iberoamérica) había comenzado unos años antes, en 1837, cuando se puso en marcha la línea entre La Habana y Bejucal, en Cuba, por entonces territorio español.
A su inauguración asistió el catalán Miquel Biada, oriundo de Mataró, que promovió –junto al empresario Josep María Roca– la misma idea en su tierra. Desgraciadamente, y por solo unos meses, no pudo ver su sueño hecho realidad, ya que murió de pulmonía en abril de 1848.