Cada 17 de octubre se celebra el Día Mundial contra el Dolor, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de destacar la necesidad de encontrar un mejor alivio para el sufrimiento físico de las enfermedades que causan malestar.
El dolor es una sensación desencadenada por el sistema nervioso. Según la institución sanitaria, “el dolor crónico es una enfermedad, y su tratamiento, un derecho humano”.
Además, este año está dedicado al dolor postoperatorio agudo y crónico, el que persiste al menos tres meses después de la cirugía sin haber existido hasta entonces. Tradicionalmente se veía como algo inevitable, que debía soportarse.
Sin embargo, en los últimos años ha tomado relevancia debido, por un lado, a que los pacientes requieren una mejora en la calidad de la recuperación y, por otro, a que los profesionales sanitarios reclaman estancias postoperatorias más cortas y libres de complicaciones.
Esto ha transformado la práctica clínica del control analgésico postquirúrgico de las más de 300 millones de cirugías que se realizan al año en la actualidad en todo el mundo.
En 2010, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica reconoció los esfuerzos de tres científicos –David Julius, Baruch Minke y Linda Watkins, tres referentes mundiales de la neurobiología sensorial– por conocer las causas y mecanismos por los que se produce y percibe el dolor.