Cuando el planeta Krypton vivía las últimas horas antes de su destrucción, el científico Jor-El puso a su hijo recién nacido en una nave con destino a la Tierra como única forma de salvarlo de la aniquilación de toda la especie kryptoniana.
El pequeño Kal-El aterrizó en Kansas, cerca del pueblo de Smallville, y fue adoptado por los Kent, que lo bautizaron con el nombre humano de Clark. El resto, como suele decirse, es historia: la del cómic.
Para muchos cualquier referencia a Krypton les hace viajar a las páginas de los tebeos. En la ficción, hasta el astrónomo Neil deGrasse Tyson llegó a situar el lugar en el universo que ocupaba el extinto planeta de Superman; aunque en el mundo real no tenemos que salir siquiera de la Tierra: basta con echar un ojo a la tabla periódica.
Un 30 de mayo de 1898 los científicos británicos William Ramsay y Morris Travers descubrieron un nuevo gas noble después de licuar el aire. El residuo resultante presentaba un espectro característico dominado por líneas verdes y amarillas. El nuevo elemento, con número atómico 36, fue bautizado como kriptón (Kr), del griego kryptos (oculto).
Solo 40 años después, los creadores de Superman usaron el nombre de este elemento para nombrar al planeta de Kal-El, haciéndolo, con los años, mucho más conocido que el descubrimiento de Ramsay y Travers.
Pero aquí no acaban las relaciones del último hijo de Krypton con la ciencia. En 2006, en la película Superman Returns se definía la composición química de la kriptonita –los restos minerales del planeta que son mortales para el héroe– como hidróxido de silicato de sodio, litio, flúor y boro.
Meses después, en una casualidad insólita, se descubrió en una mina serbia un nuevo mineral con exactamente esa misma composición, excepto por un detalle: el flúor. En la ficción este halógeno dota a los restos de Krypton de su característico color verde, mientras que el nuevo material era de color blanco.
Su descubridor, Chris Stanley, podría haberse valido de la coincidencia y nombrar al nuevo mineral como kriptonita, pero prefirió el nombre de jadarita, por la región de Jadar donde fue encontrado. Sin duda, una oportunidad desaprovechada.