La Vía Láctea está orbitada por más de 150 cúmulos globulares de estrellas, esferas de cientos de miles de viejas estrellas de la época de formación de nuestra galaxia. Uno de estos cúmulos fue descubierto en el siglo XVIII por el cazador de cometas francés Charles Messier. Recibe el nombre de Messier 54 y durante más de dos siglos se pensó que era parecido a los demás, pero no es así. Está asociado a otra galaxia, la galaxia enana de Sagitario.
Esta diferencia ha permitido ahora a los astrónomos utilizar el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral para comprobar si fuera de la Vía Láctea se produce también un enigmático fenómeno: los bajos niveles de litio en las estrellas; y parece que así es. Un equipo internacional de investigadores liderado desde la Universidad de Bolonia (Italia) ha comprobado que Messier 54 –en la imagen– presenta unos niveles de ese elemento similares a los de la Vía Láctea; así que, independientemente de cuál sea la causa de esa ausencia de litio, parece no ser exclusiva de nuestra galaxia.
La mayor parte de este litio se produjo durante el Big Bang, junto con el hidrógeno y el helio, pero en cantidades mucho menores. Los astrónomos pueden calcular con bastante precisión cuánto esperan encontrar en el universo temprano y de esto pueden deducir cuánto deberían ver en estrellas viejas. Pero los números no cuadran: hay aproximadamente tres veces menos litio en las estrellas de lo esperado. A pesar de varias décadas de trabajo, este misterio sigue sin resolverse.