Las mediciones realizadas por los magnetómetros del orbitador Rosetta y su ‘aterrizador’ Philae, durante las subidas y bajadas del accidentado aterrizaje que este hizo sobre el cometa 67P el pasado noviembre, muestran que el núcleo del cometa no está magnetizado. Así lo señala un estudio liderado por la Universidad Técnica de Brunswick (Alemania) y la Agencia Espacial Europea (ESA).
El hallazgo, que publica esta semana la revista Science, sugiere que las fuerzas magnéticas no son muy relevantes en la formación y evolución de los cometas. Y tampoco, como creían los científicos, en la unión del material que llega a conformar objetos como 67P.
Hasta ahora se pensaba que estudiar las propiedades de un cometa podría proporcionar pistas sobre el papel que desempeñaron los campos magnéticos en la formación de los cuerpos del sistema solar, hace casi 4.600 millones de años. En esa época lo que había era un disco giratorio de gas y polvo, que podía contener partículas metálicas magnetizadas que favorecerían la acreción o unión de material, ya que en las pequeñas partículas apenas actúa la gravedad. El nuevo descubrimiento hace replantear esta hipótesis y buscar más alternativas.