Las excavaciones realizadas en la muralla granadina del siglo XIV desenterraron un horno de ladrillo situado junto a capas estratificadas de huesos y cenizas. La evidencia in situ sugiere, según los investigadores de la Universidad de Granada (UGR), que el propósito de este horno era fabricar un revestimiento para el muro que incluía polvo de huesos quemados.