Un equipo de investigadores estadounidenses da cuenta, en la última edición de Science, de un preocupante aceleramiento de las tasas de mortalidad de los árboles en los bosques del oeste de EE UU. Así, la velocidad a la que se mueren los árboles ha crecido más del doble desde 1955. Las tendencias que han identificado los investigadores se aplican a árboles de diferentes tamaños y tipologías, que crecen en diferentes altitudes y en bosques con distintos historiales de incendios, lo que sugiere que los cambios no sólo se deben a la creciente competición por los recursos naturales o al envejecimiento de los árboles. Los cambios en la mortalidad de los árboles pueden tener efectos a largo plazo en la estructura general del bosque y en los recursos que consume, lo que a su vez puede influir en la cantidad de carbono que el bosque puede almacenar, y en último término, en cómo responde el planeta al cambio climático.