El cambio radical que han experimentado las langostas del desierto, que han pasado de ser criaturas solitarias e inofensivas a formar enjambres multitudinarios y devastadores, podría deberse a la acción de la serotonina. Un equipo de investigadores británicos y australianos se dedicó a monitorizar los niveles de este neurotransmisor en langostas del desierto, y descubrió que los ejemplares más gregarios tenían tres veces más serotonina en su organismo que los solitarios. Sus hallazgos revelan que existe un mecanismo neuroquímico que vincula las interacciones entre individuos con los cambios a gran escala en la estructura de la población y el comienzo de migraciones masivas. Aunque la investigación no proporciona una solución inmediata para acabar con las plagas de langostas, supone un primer paso para encontrar una fórmula que consiga controlar químicamente los enjambres de langostas. La investigación se publica esta semana en Science.
En la imagen, la langosta de la izquierda se encuentra en su fase gregaria, mientras que la de la izquierda está en la solitaria.