Un estudio, publicado en Nature Climate Change, alerta de las consecuencias del calentamiento global en la circulación océanica del Atlántico Norte, y examina por primera vez estos cambios en el intercambio de calor del aire al mar.
"El calentamiento de los mares de Islandia y Groenlandia podría generar un enfriamiento del clima en el oeste de Europa”, señala G. W. K. Moore, químico de la Universidad de Toronto (Canadá).
La corriente del Golfo mueve el agua caliente desde el norte hasta el oeste de Europa, donde libera calor y humedad a la atmósfera, y actúa como moderador del clima de la región. Así, el agua fría y densa generada se hunde a niveles más profundos y circula hasta el sur donde se calienta en la superficie en los trópicos. La circulación termohalina se debe a la convección –por diferencias de densidad–, con las masas más densas tendiendo a hundirse y las menos densas a ascender.
Sin embargo, con la retirada del hielo marino en invierno, no habrá suficiente agua fría y densa, y si la convección desciende, “la corriente del Golfo se debilitará, y de este modo reducirá el calentamiento de la atmósfera”, añade Moore.
En los últimos años, el deshielo en los mares de Islandia y Groenlandia ha disminuido el intercambio de calor en los lugares donde en principio el agua fría se hunde en el océano, lo que debilita la convección oceánica. “La disminución del hielo provoca una reducción del 20% en la magnitud de los flujos de calor aire-mar desde 1979”, concluye el trabajo.