Después de probar con cientos de compuestos químicos, un inmunólogo alemán –el Dr. Paul Ehrlich (1854-1815)– descubre un compuesto que puede matar selectivamente a las bacterias Treponema pallidum, causantes de la sífilis, al inyectar el preparado el 31 de agosto de 1909 en un conejo infectado que se curó casi de inmediato. Al año siguiente envió gratuitamente por todo el mundo 65.000 muestras de la nueva medicina, que ahora se conoce como el primer agente de la quimioterapia moderna.
Desde que su carrera de investigación se iniciara en la década de 1870, la constante de su carrera había sido la búsqueda de sustancias químicas que pudieran matar a los microbios infecciosos sin dañar a sus huéspedes humanos. Acuñó el término quimioterapia para describir el tipo de droga que estaba buscando. "Debemos buscar balas mágicas para atacar a los parásitos y solo los parásitos pero para ello debemos aprender a tratar con sustancias químicas", decía.
Su primera bala mágica fue el Salvarsán (hecho a partir de la arsfenamina), un preparado de arsénico orgánico que funcionó en el tratamiento de la sífilis y de la fiebre recurrente. En 1908 compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con el bacteriólogo ruso Ilya Mechnikov en reconocimiento al trabajo de ambos en el terreno de la química inmunológica.
La droga se convirtió en un éxito casi instantáneo en todo el mundo, pero no todos fueron luces; muchos criticaron a Ehrlich por desarrollar un producto químico que podía alentar la promiscuidad sexual. Además, llegó a ser acusado de negligencia criminal por la creación del Salvarsan, al ser un producto basado en un elemento altamente tóxico como el arsénico aunque, finalmente, los cargos fueron desestimados.